Rojeces, granitos, cicatrices, manchas… A veces, aunque el maquillaje sea muy cubriente, ciertas imperfecciones son más difíciles de disimular.
La solución perfecta en estos casos son los correctores, pero dependiendo de lo que queramos disimular, habrá que usar diferentes productos. De momento, no existe ningún corrector “todo en uno”. Y si no usamos el corrector adecuado, podemos terminar resaltando aún más esa espinilla que queremos disimular.
¿Cómo aplicamos el corrector? Si es en polvo o en crema, es mejor que utilices un pincel para aplicarlo. Por dos motivos: aplicarás la cantidad de producto necesaria y además, es más higiénico, sobre todo a la hora de tapar granitos y espinillas. También hay correctores en formato lápiz o stick, que son muy cómodos y prácticos, como los de la gama Couvrance de Avene.
A la hora de elegir el corrector adecuado, debemos preguntarnos ¿qué imperfección cutánea quiero tapar o disimular? Y lo más importante, ¿de qué color es?
Para disimular rojeces, los mejores correctores son aquellos que son de color verde, ya este color neutraliza el rojo. Hay que aplicar el corrector sobre las rojeces que queramos disimular: granitos, espinillas, zonas con cuperosis, etc. y después aplicar el maquillaje para que quede uniforme.
Para corregir manchas, tenemos dos opciones. Si la mancha es marrón clarito, habrá que utilizar un corrector anaranjado. Si, por el contrario, las manchas son oscuras o de un tono amarillento, habrá que neutralizarlas con un corrector de color lila o malva.
A la hora de disimular las ojeras, tampoco todos los tonos valen. Si la ojera tiene un tono azulado, el corrector debe ser de un tono naranja. Para las ojeras violáceas, lo ideal es utilizar correctores amarillos.
¿Y cuándo aplicar el corrector? Sobre la crema hidratante y antes del maquillaje. Siempre que utilices un corrector, aplica después maquillaje encima para unificar el tono de la piel y que no se vean los “pegotes” de corrector.